¿Cómo puede alguien dedicarse profesionalmente a pilotar un coche o una moto de carreras sin tener siquiera carné de conducir? Ése es uno de las grandes misterios del mundillo del deporte. Y, de momento, va a seguir siendo así.
El caso es que no tener la tarjetita en cuestión no impidió en su día a Álex Crivillé proclamarse campeón del mundo de 125 c.c. Ni a otros ilustres como Loris Capirossi o Dani Pedrosa. Tampoco le había impedido a Marco Simoncelli liderar la clasificación del Mundial de 250 c.c.
Pero Marco no se conformaba con pilotar su Gilera por los circuitos del Mundial. El italiano quería disfrutar de su gran pasión también durante su tiempo libre. Montar a su chica y perderse juntos por los preciosos parajes montañosos de su Brescia natal, por ejemplo. Por eso se apuntó hace poco a una autoescuela. Como cualquier italiano de a pie se puso en manos de un profesor, pagó las tasas correspondientes, se presentó al examen y... lo aprobó. ¡Sólo faltaba!