El efecto Florentino Pérez sigue su curso. Fue coger Laporta el casco de Lorenzo en la parrilla de Montmeló, para presumir de escudo culé, y esfumarse el duende que había llevado al mallorquín hasta la pole, quedándose tres cuartos de hora después sin el triplete de victorias que perseguía. Rossi fue, por 95 milésimas y un adelantamiento para la historia en la última curva, su verdugo particular, una fusión entre el Cristiano Ronaldo y el Kaká de la próxima temporada, para impedir que su rival paseara la bandera del Barça en la vuelta de honor como ganador. Lo hizo como segundo, pero fue el segundo más digno de su vida y tras protagonizar una carrera histórica en la que el gran vencedor fue el espectáculo y todo aquel que la presenció.
Hacía mucho que se esperaba un cuerpo a cuerpo entre Rossi y Lorenzo de esos que se deciden en la última vuelta. Los primeros interesados eran ellos mismos, para medir sus fuerzas de igual a igual, con las mismas armas, durante toda una carrera. Y llegó en el GP de Cataluña, desde la primera curva, con el español tomando la delantera.
Sólo Stoner intentó seguirlos, pero acabó a ocho segundos y más preocupado de que Dovizioso no le robara el tercero que de dar caza al dúo de cabeza. Subió al podio y la combinación de resultados derivó en un triple empate al frente del Mundial a 106 puntos entre Rossi, Lorenzo y Stoner. Lo nunca visto.
Tras Casey y Andrea, acabaron Capirossi y Pedrosa. El catalán lo hizo agotado y dolorido, por lo que se fue a casa inmediatamente a descansar con la vista puesta en Assen y cancelando su participación en el test de hoy. Tanto Rossi como Lorenzo eran ajenos a lo que sucedía a sus espaldas, conscientes de que la victoria era sólo cosa de ambos. Hasta nueve veces se pasaron, siendo especialmente intensos los cuatro adelantamientos de la última vuelta. Antes, Vale había pasado a Jorge en el final de recta de la cuarta vuelta. Lorenzo se lo devolvió en la 13 con un interior de izquierdas en la frenada del Estadio. El duelo era colosal y el marcaje tan férreo que a veces costaba distinguir la figura de uno y de otro por lo pegados que iban.
El zafarrancho definitivo sonó a tres vueltas de la conclusión, cuando Rossi pasó en plena recta saliéndose del rebufo. Lo hizo para intentar romper el ritmo de su rival, pero no pudo y, en la penúltima, Lorenzo le devolvía la acción, aunque sin esperarse que Valentino reaccionara como lo hizo al final de recta, pasándole en la frenada por fuera.
Ya en la última vuelta fue el español el que apuró más la frenada del final de recta. Valentino reaccionó con un interior de derechas del que salió colado, y Lorenzo recuperó el liderato. Todo apuntaba a que El Doctor lo intentaría otra vez en el Estadio, pero ahí Jorge le cerró la puerta, sin saber que el italiano guardaba un as. Lo mostró en la última curva, donde sólo él había adelantado antes (hace dos años a Stoner) y a Lorenzo le sorprendió. Ganó el zorro viejo y el más grande, pero al mismo que le destronará algún día.
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