El combinado dirigido por Dunga sufrió para derrotar a Paraguay en el estadio Arruda de Recife. Los locales jugaron excesivamente acelerados durante la primera mitad, que concluyó con empate a uno con goles de Salvador Cabañas y Robinho. Tras la reanudación se vio a Kaká y a Robinho en estado puro. Ambos jugadores lograron meter en su área a los de Gerardo Martino a base de buen juego. Nilmar, con algo de fortuna, logro el tanto de la victoria.
Brasil puso pie y medio en el Mundial de Sudáfrica tras imponerse por dos goles a uno a la selección de Paraguay y colocarse como líder en solitario de la fase de clasificación suramericana. La selección paraguaya es adelantada por Chile y cae al tercer puesto. El gol inicial de Salvador Cabañas hizo saltar las alarmas en el combinado brasileño, pero un golazo de Robinho en la recta final del primer tiempo y otro de Nilmar tras la reanudación dieron la vuelta al marcador. Kaká brilló de forma especial en el segundo acto, cuando decidió tomar las riendas de su equipo y desbordó una y otra vez a su rival tanto por las bandas como por el centro.
Paraguay visitaba el estadio Arruda de Recife con la intención de arrebatarle a Brasil el liderato del grupo de clasificación para el Mundial 2010. Ambos conjuntos comenzaban el partido empatados a 24 puntos. Los de Dunga, tras desquitarse de sus últimas decepciones consiguiendo una goleada en Uruguay (0-4), se colocó al frente del grupo igualando a la selección paraguaya, que fue derrotada por Chile (0-2). Era el último partido de los brasileños antes de poner rumbo a Sudáfrica para la disputa de la Copa Confederaciones y las miradas estaban centradas en Kaká, el reciente y flamante fichaje del nuevo Real Madrid de Florentino Pérez.
La selección visitante saltó al césped ejerciendo una presión asfixiante sobre los jugadores locales, a la que respondieron los de Dunga imprimiendo una intensidad brutal, incluso excesiva, a su juego. Tras varios disparos lejanos de la selección brasileña, llegó la primera oportunidad clara del partido. Bonet, tras una incorporación al ataque soltó un fuerte derechazo que se perdió muy cerca de la escuadra de la portería de Julio César. Paraguay hacía gala de su fútbol habitual, rocoso en defensa y con una buena pegada arriba. El juego acelerado de Brasil le otorgó el control total del partido y el dominio del esférico, pero con el partido totalmente controlado no lograba adivinar la forma de aproximarse a la portería de Justo Villar.
El juego y el dominio era local, pero las oportunidades eran visitantes. Salvador Cabañas obligó a Julio César a emplearse a fondo en un disparo ajustado al palo con el que estuvo muy cerca de abrir el marcador. A la tercera fue la vencida. Un durísimo disparo de Cabañas a saque de una falta fue desviado por Elano y acabó significando el primero de los de Gerardo Martino. A Paraguay, sin hacer nada del otro mundo, le bastaba para hacer saltar las alarmas en Recife. Los brasileños acabaron pagando las numerosas pérdidas de balón en el centro del campo y la mala selección a la hora de dar salida al balón. El equipo de Dunga se obsesionó con un juego demasiado frontal y se olvidó de que en el fútbol también existe la opción del pase atrás para buscar nuevas opciones para jugar la pelota.
Kaká y los suyos eran presos de un estado absoluto de ansiedad que pudo mandarles al vestuario por detrás en el marcador, pero en los últimos minutos del primer acto llegó la explosión de calidad brasileña. Un centro desde la banda derecha de Dani Alves llegó a los pies de Robinho que, a bote pronto, lograba el empate con un verdadero golazo.
Ambos conjuntos se marcharon al descanso conscientes de cuales habían sido sus aciertos y sus errores durante la primera mitad. Brasil debía levantar el pie del acelerador y optar por un juego de toque y un fútbol más elaborado que le otorgase la tranquilidad necesaria para buscar los huecos y gozar de unas oportunidades que hasta el momento brillaban por su ausencia. Paraguay, que no se descompuso en ningún momento, sabía que la clave era no errar en defensa y explotar su peligroso contragolpe.
La fortuna se alía con Brasil
A los pocos minutos de la reanudación, Brasil logró adelantarse en el marcador con bastante fortuna. Un destello de calidad de Felipe Melo, que picó el balón para burlar a toda la defensa rival, habilitó a Nilmar que, tras una serie de rebotes dentro del área, lograba el segundo de su equipo. Tan sólo dos acciones brillantes, de Robinho en la primera mitad y de Felipe Melo en el inicio de la segunda, le bastaron a Brasil para darle la vuelta al encuentro. A pesar de tomar ventaja en el luminoso, el juego local no acababa de convencer, pero fue entonces cuando apareció Kaká en estado puro. El jugador del Real Madrid inició una galopada desde la medular hasta la frontal del área rival para asistir a Robinho, que vio como Justo Villar evitaba el tercero con la punta de los dedos.
Con el marcador a favor, los dos jugadores más desequilibrantes de Brasil, Kaká y Robinho, se enchufaron y comenzaron a dar muestras de serio peligro en cada balón que llegaba a sus pies. El madridista se convirtió en una verdadera pesadilla para Julio César Cáceres, al que le temblaban las piernas cuando el brasileño le encaraba con el esférico. El equipo de Dunga cambió la tónica de la primera mitad y optó por un juego elaborado y de toque que logró abrir espacios en la defensa rival, cada vez más retrasada.
Las galopadas de Kaká, los potentes disparos lejanos de Alves y la movilidad de Robinho en la punta del ataque comenzaron a minar las fuerzas y las esperanzas de una selección uruguaya que fue diluyéndose con el transcurso de los minutos. El juego de Brasil crecía a medida que decrecía el de su rival. El equipo de Dunga, con la ventaja mínima en el marcador, supo resolver el partido por medio de la posesión. La victoria le deja como líder en solitario del grupo y con pie y medio en el próximo Mundial de Sudáfrica.
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