El italiano perdió por vez primera en Mugello un gran premio de MotoGP. Fue a manos del australiano y del mallorquín, que remontó tras caerse en la vuelta de formación de una carrera estelar marcada por la lluvia.
Habíamos evitado nombrarla durante todo el fin de semana, pero ni aún así nos libramos al fi nal de la maldita lluvia. Con el de ayer, en todos los grandes premios, ya sea en entrenamientos o en carrera, acaba jarreando. El sol del viernes y el sábado de Mugello dio paso a una lluviosa jornada dominical en la que se vivió otro incierto carrusel de cambios de montura en la clase reina, tras el que Stoner y Lorenzo lograron, por vez primera desde 2001, que Rossi hincara la rodilla en su reino toscano.
Valentino había vencido las siete carreras de MotoGP disputadas aquí y hubo un momento en el que parecía que llegaría la octava. Fue cuando se puso líder pasadas ocho vueltas y había superado previamente con solvencia a cinco pilotos. Durante ese tiempo, casi la totalidad de la parrilla pilotaba con la moto de agua, porque sólo Toseland se arriesgó a coger la de seco en la quinta vuelta. El inglés, sin embargo, no había sido el primer piloto en cambiar.
Antes que el británico se vio obligado a hacerlo Lorenzo, por culpa de una caída sufrida en la vuelta de formación de parrilla. Forzó más de la cuenta buscando sensaciones en esa toma de contacto nada más salir de los boxes, pisó un piano y se fue al suelo. Tuvo la suerte de reemprender la marcha, llegar de nuevo al box, coger la segunda moto, que también estaba preparada para agua, y salir a pista para ocupar su puesto en la parrilla. Dos segundos más de tardanza y habría tenido arrancar desde boxes, porque ése era el breve tiempo que quedaba para que se cerrara el pit lane.
En tales circunstancias, el planteamiento ambicioso de podio para Lorenzo cambiaba, máxime al ver cómo se le complicaban las cosas en la salida. Su rueda trasera se puso a derrapar, le pasaron por todos lados y salió undécimo de la primera curva. Pese a todo, recuperó rápido la confianza y en la primera vuelta ya ganaba cinco posiciones, continuando su escalada hasta la rueda de Rossi. Eso le sirvió para ponerse tercero y copiar la estrategia de Melandri y Rossi, que eran los únicos que le precedían cuando en la décima vuelta entraron a cambiar su moto de agua por la de seco.
Justo tras ellos lo hizo también Stoner y, en la reanudación, el orden de arriba era Melandri, Dovizioso, Rossi, Lorenzo y Stoner, siendo el australiano el más rápido en adaptarse a las nuevas condiciones.
A Capirossi también le vino bien el cambio y se jugó durante algunas vueltas con Stoner y Dovizioso el primer puesto. Al final, los dos italianos fueron perdiendo comba a la vez que Lorenzo y Rossi apretaban por detrás. La papeleta del español no era fácil, porque tan tentador era intentar coger a Casey como tratar de defenderse de Valentino. Al italiano le mantuvo a raya y al australiano le llegó a ver a sólo siete décimas de distancia en la penúltima vuelta, pero Mugello no es Jerez y, con todo lo que había padecido, no iba a tirar por la borda un segundo puesto que le supo a gloria y que, además, ante el gran Valentino Rossi es una victoria con un gran valor moral.
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