Ferrari, Renault, BMW y McLaren despliegan su arsenal técnico para mejorar sus monoplazas.
«Aquí siempre tengo unos caballos de más». La frase, sentimentaloide, cargada de cariño, pertenece a Fernando Alonso. Acostumbrado, como todos, a vivir pendiente de una maleta y un avión, el asturiano se siente muy cercano a la gente que acude a ver las carreras de Fórmula 1 en Montmeló desde que él es quien es.
Renault y Alonso llegan a España desde la decepción de la doble gira por Oceanía y Asia y pendientes, como todos también, de que el viento cambie de signo. Montmeló abre la versión 2.0 del Mundial, todos a la caza de Brawn y Button. No hay expectativa sólida para pensar que Alonso pueda hacer algo grande en Montmeló, ni siquiera con décimas extra provenientes del público. «Estoy decepcionado con el arranque, creíamos que podríamos estar más arriba. Pero podemos mejorar en Barcelona», dice el director deportivo de Renault Pat Symonds.
Ferrari ha descargado su potente eco sobre la F-1 estos días. Ha entablado la penúltima gresca con la Federación Internacional (FIA) a propósito de la limitación de los presupuestos para el año que viene y, entre tanto, ha creado un monoplaza nuevo. El F60B no es sólo una evolución, es otro coche. Marc Gené, el probador catalán, da fe de ello. Ferrari lleva un par de meses buscando soluciones para paliar su falta de velocidad respecto a Brawn y el club del difusor. Y a nadie se mira más que a la Scudería como representante de las mejoras que se anticipan. A bordo de uno de sus peores arranques de temporada, Massa y Raikkonen no pueden fallar en Barcelona. Si lo hacen, tendrán que empezar a pensar en 2010.
La misma línea argumental vale para McLaren, aunque las flechas de plata ya han expuesto su evolución en China como en Bahrein.
En ese lado de la balanza se sitúa BMW. Los alemanes fueron el tercer equipo en 2008, en interesante disputa con McLaren y Ferrari, pero han embarrancado en 2009. Kubica es el último de la clasificación de pilotos y Heidfeld sostiene el orgullo del equipo con cuatro puntos, gracias a su podio en Malasia.
En vista de los nefastos resultados ya en la primera carrera en Australia, BMW decidió concentrar sus esfuerzos en crecer con su coche en Montmeló. Y, alemanes ellos, no han introducido ninguna pieza que alegre las prestaciones de su monoplaza en Malasia, China o Bahrein, como confesó Kubica en la última carrera. Decidieron que tenía que ser en Barcelona y aquí será. Ni un día antes ni uno después. BMW prepara un paquete aerodinámico, incluido difusor y un nuevo fondo plano, que les lleve lejos del pozo. «Estoy deseando correr en Barcelona», largó Kubica, angustiado como farolillo rojo.
Red Bull no montará difusor en el circuito catalán. Al fin y al cabo, no lo necesita después de comprobar el excelente rendimiento de estos coches paridos por Adrian Newey. Vettel ganó en China y Webber secunda el ritmo positivo con 9,5 puntos y una sexta plaza en la general del Mundial.
El formato 2009 pertenece al club del difusor. Delante de Red Bull está Toyota, el antiguo equipo desastre, y más arriba, intocables de momento, los chicos Brawn.
Suceda lo que suceda en Barcelona, nadie le va a quitar el gobierno del Mundial a Jenson Button, que conserva doce puntos de ventaja sobre su compañero Rubens Barrichello. Los Brawn, que viven lejos del mundanal ruido en su jardín privado, se han picado entre ellos. «Puedo ser más rápido que Button», comenta Barrichello.
Fuente: El Diario Montañes
