Nadal lleva 23 victorias consecutivas en Mónaco

Acababa el segundo juego, 2-0 para Nadal, por supuesto, y Chela, desesperado, ya aporreaba la arena de la Costa Azul con el mango de la raqueta. Con 4-2 para Nadal, Chela tuvo 0-40 sobre el servicio del número uno y ya sólo ganó un punto más en todo ese primer set, cerrado con 6-2 para Nadal. Así y todo, Chela tuvo hasta nueve bolas de break ante los servicios de Nadal. Aprovechó dos: pero Nadal, aparentemente sin despeinarse, le rompió el servicio en cinco oportunidades de las nueve que tuvo a su alcance.

La farsa acabó en 86 minutos. La facilidad de Nadal en tierra es insultante, insolente. Rafa no miente cuando dice que necesita mejorar la concentración. No jugó a todo trapo. Traía ciertos tics o vicios de las pistas duras que, claro, fue ajustando con los minutos: 6-2 y 6-3, adiós a Chela, que ha sido el 15 del mundo. Una de las acepciones académicas de farsa: Enredo, trama o tramoya para aparentar o engañar. Esto va pasando con los partidos de Nadal en tierra batida. ¿Qué emoción cabe plantear o aparentar cuando el ganador ya se conoce de antemano, a menos que se desencadenen un maremoto, el Apocalipsis o un ataque terrorista? Con esta de Chela, van 23 victorias consecutivas de Nadal en el Montecarlo Country Club, donde la última derrota del número uno se remonta a 2003. Recuerden dónde y cómo estaban, ustedes y el mundo, en 2003.

Encima, Ljubicic derrumbó a Del Potro con reveses cortados de veterano, 14 aces, 51 golpes ganadores y 22 puntos en 23 subidas a la red. Así, Ljubicic apartó al ortopédico argentino de la ruta de Nadal: 4-6, 6-1 y 6-4.

Hoy (14:30 horas), Rafa se cruza con el ecuatoriano Nico Lapentti, guapo ex novio de Kournikova, que se destrozó con Safin en un combate de tres horas y media: 7-6, 2-6, 7-6. Lapentti, que tuvo purgatorio, se asoma hoy a los colores rojos del infierno, la tierra de Nadal. Una vez, en Bastad, Lapentti ganó a Nadal: fue en ese remoto 2003. Y también dice Nostradamus que el mundo termina en diciembre de 2012. Con Federer hecho un hombrecito de su casa, a ver cuántos partidos pierde Nadal en la tierra hasta que Nostradamus se lleve el gato al agua.

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